EL PAPEL DE LA FAMILIA EN LA REHABILITACIÓN

15 d'abril de 2001
Logopedia.mail núm 36 (logopedia.net)

Acerca del papel de la familia en la rehabilitación/reeducación logopédica
 

En el trabajo diario del Logopeda, encontramos con frecuencia la necesidad de un cierto tipo de colaboración de la familia y el entorno del paciente. En muchos casos, seremos los propios logopedas los que por una razón u otra solicitaremos esta implicación del entorno inmediato del paciente durante el tratamiento.

 

15/04/01. Andreu Sauca. (España)
 

Pero no siempre esta colaboración es apropiada y en algunos casos incluso interfiere negativamente con el tratamiento. ¿Cómo podemos conseguir que cuando sea necesaria sea lo más eficiente posible para nuestro trabajo obteniendo el máximo beneficio para el paciente?

En un primer acercamiento, podemos encontrar cuatro casuísticas bajo las cuales podemos analizar cómo es o puede llegar a ser el papel de las familias y su influencia respecto al tratamiento:

1.Según el origen de la demanda.
2.Según el grado de creencia o confianza en el tratamiento.
3.Según se les pseudo-profesionalice o no.
4.Según la patología y/o edad del paciente.

Veámoslos en detalle:

1. Cuando la demanda es propia, la implicación y aceptación del tratamiento es mayor que cuando el origen de la demanda es ajeno a la familia (por ejemplo de la escuela). Quizás, una de las pocas excepciones se da cuando la necesidad de tratamiento logopédico la prescribe un médico pediatra.

2. Por muchos motivos diferentes, que aquí no vienen al caso, la familia puede o no llegar a confiar en el tratamiento o a perder la confianza que ya hubiera adquirido. Cuando esto se da, el tratamiento o no es efectivo o lo es escasamente.

En estos casos, pueden suceder varias cosas:

El tratamiento no se interrumpe y continúa frecuentemente por causas externas a la familia, como puede ser cierto sentimiento de presión por parte del centro escolar. No se trata de una presión real, sino más bien una adquisición de responsabilidad que la familia siente que les traspasa el centro. Sin embargo, este tratamiento logrará una evolución más lenta y el Logopeda se sentirá poco valorado y solo ante la resolución del problema, aunque se encuentre trabajando en equipo con otros profesionales (por ejemplo los maestros).

En ciertos casos, la función del Logopeda es malentendida y se la confunde con la función &&&8220;hospital&&&8221; en el cual se deja al paciente, igual que se deja un vehículo en el taller, esperando que sea &&&8220;devuelto en condiciones&&&8221;. El Logopeda comparte, normalmente, esta función con todos aquellos otros profesionales que de una forma u otra tratan o han tratado al paciente.

En otros casos, el tratamiento se interrumpe y la familia inicia un recorrido insatisfactorio por distintos profesionales, no todos de la logopedia, hasta que alguien les dice lo que esperan oír. En la mayoría de casos, no vuelve a haber más contacto con estos pacientes.

También nos encontramos con interrupciones unilaterales del tratamiento, por parte de la familia que, sin embargo, vuelve a solicitar su continuación pasado un tiempo. Las motivaciones son diversas y no se deben solamente a una merma en la confianza en el tratamiento. Son frecuentes aquí factores como los económicos en procesos largos. En algunos tratamientos, cuando estos factores externos inciden negativamente en el paciente porque, por ejemplo, aumenta el nivel de angustia o de ansiedad que genera en el seno de la familia, esta opción de interrumpirlos temporalmente puede ser considerada por el logopeda y propuesta a la familia, de forma que entonces se adopta bilateralmente y de forma consensuada y controlada, con el objetivo de reiniciarlos más adelante.

3. Esta es una cuestión que con frecuencia nos planteamos. ¿Es preciso pseudo-profesionalizar a las familias? Todos estamos de acuerdo en que la familia constituye un puntal importante en la reeducación/rehabilitación logopédica, pero también es cierto que con frecuencia tendemos a exigirles unos conocimientos y unas actividades que no les corresponden.

Los motivos de ello son variados. Muchas veces, la frecuencia de sesiones necesaria va más allá de las posibilidades económicas reales, por lo que tendemos a paliar el decremento de sesiones con un incremento de la dedicación de la familia fuera de ellas.

No obstante, no deberíamos olvidar que el Logopeda como tal tiene un rol, y que no puede traspasárselo a aquellos que no lo son. La familia como tal cumple también su papel en el tratamiento, por tanto, debemos potenciar ese rol propio en la medida de nuestras posibilidades y de las necesidades del paciente, no debemos cambiárselo por el nuestro.

4. El papel de la familia, puede ser algo distinto según se trate de una patología u otra, y según la edad del paciente.

Así, en patologías tales como las Afasias, las Demencias, las Disfemias, o las Laringectomías (parciales o totales), entre otras, la familia deberá tener una función de apoyo, de acompañamiento y comprensión.

En estos casos será importante también un buen conocimiento de la patología concreta que afecta al paciente así como de las expectativas reales que pueden tener. Esta tarea de información le compete directamente al Logopeda, en lo que pertenezca, obviamente, a su especialidad.

Las familias no deben asustarnos ni podemos tampoco menospreciarlas. Hemos de ser conscientes de su valor real y de su auténtico rol como familia, también en el tratamiento logopédico.

Mi agradecimiento a la logopeda Montse Pujol por sus indicaciones y precisiones a la hora de redactar esta Editorial.

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Andreu Sauca i Balart
Director Científico
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Editorial LOGOPEDIA.MAIL - Núm. 36 - 15 Abril 2001

 

 


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